Como dice Rawsthorn, «el diseño tiene que encontrar nuevas formas de permitir que las personas expresen una multiplicidad cada vez más fluida y matizada de identidades de género, no solo en campos fácilmente personalizables como la moda y los gráficos, sino en objetos, espacios, software, etc.» Hay algunos proyectos a la altura del desafío: las aplicaciones de aprendizaje de Toca Boca son deliberadamente neutrales en cuanto al género, al igual que los videojuegos Twine diseñados por Porpentine y Anna Anthropy.
Con lo que ¿es posible diseñar sin género? Por supuesto que sí, si tenemos en cuenta el problema. Si por el contrario pretendemos seguir diseñando con equipos que comparten un mismo contexto demográfico y socio cultural probablemente no lleguemos muy lejos en la carrera de conseguir una sociedad más igualitaria. Como dice la arquitecta Zaida Muxi, de diferentes realidades vividas se obtienen diferentes experiencias, por lo tanto diferentes datos de partida para abordar la resolución técnica de cualquier proyecto.
Retomando el ejemplo del libro de Carolin Criado, a nadie se nos hubiera ocurrido que las embarazadas pudieran necesitar un parking de aparcamiento más cercano a la puerta de entrada de la oficina si nunca hemos estado embarazadas o embarazados (aunque utilizar esta palabra en masculino tiene tela) porque nuestras vivencias conforman nuestra realidad y contemplan sus soluciones.
El diseño tiene como desafío ser genderless porque, hoy en día, existen muchas barreras que derribar, como los roles de género y muchas nuevas realidades, como la transexualidad. El diseño genderless supone construir ciudades y espacios sin género ni jerarquías, lenguajes inclusivos, y productos que tengan en cuenta las diferencias físicas y las necesidades de tantas realidades como sea posible.
No es un camino fácil, pero es sin duda el camino hacia una sociedad más justa. Los diseñadores y diseñadoras han de ser curiosos y atrevidos para aumentar su bagaje de vivencias, leer de todo y de todas, trabajar la empatía con nuestros semejantes e insistir desde el colegio en una educación inclusiva y solidaria. Mientras recorremos este camino, no sobra seguir poniendo en valor los referentes femeninos en todos los ámbitos y por supuesto en el diseño como metodología innovadora para resolver nuestras realidades y cuya premisa siempre sean las necesidades de todos los géneros sin detrimento de ninguno.
Ojalá llegue el día en el que el adjetivo genderless deje de usarse por innecesario, por obvio y por redundante.
– Sara Antolín.