Pero nunca hay que echarlos al contenedor amarillo, aunque pudiera parecernos la opción correcta. La razón es que los juguetes rotos necesitan un tratamiento bastante específico: no es lo mismo tratar un cochecito de juguete que una botella de refresco, sobre todo por el proceso de trituración, los tipos de plástico y sus características. Además, muchos de ellos suelen llevar otro tipo de piezas, como tornillos, partes metálicas y sistemas electrónicos, que deben tratarse de otra manera. Para poder reciclarlos, los juguetes deben llevarse al punto limpio de los Ecoparques.
Una vez en las plantas de reciclaje, las piezas del juguete se desmontan y se separan los contenidos metálicos de los plásticos. También se separan según los tipos de plástico y el color, para optimizar el uso de colorantes. Se trituran, se lavan en profundidad y se llevan a plantas de fundición.
Después de este proceso, el plástico de lo que antes fueron juguetes puede utilizarse para fabricar textiles, tuberías, mobiliario urbano, bolsas de plástico o nuevos juguetes hechos con material reciclado.