El viaje definitivo tuvo lugar el 12 de agosto de 2005. Un jovencísimo Pablo Santarsiero y Gabriel Mariani asentaban su vida en la que será Capital Mundial del Diseño en 2022. El segundo de ellos, es miembro de una familia de boat builders y propietaria de la mayor parte de King Marine. Desde aquí, aprendieron rápido para enfocarse a nuevos mercados, con una suma creciente de encargos y surfeando la ola de crecimiento derivada de las ediciones 32 y 33 de la America’s Cup en València. Ellos son los responsables de la construcción del barco del Desafío Español, pero también del último Bribón del Rey Juan Carlos. Alta competición y clientes en la parte más alta de un mundo, por naturaleza, exclusivo.
Desde hace 15 años, València se ha convertido en un destino para CEOs y chairmans de multinacionales. La mayor parte de estas empresarias y empresarios con el dinero suficiente para encargar una nave de 50 a 100 pies, tienen a King Marine en órbita. Y por eso, dos familias de argentinos se han convertido en los embajadores de la ciudad para una suma de apellidos ilustres. Pueden hacerlo porque, 15 años después, siguen enamorados de ella: “He viajado mucho y he tenido esta conversación a fondo con distintos expertos: España no es consciente de la buena red de infraestructuras que tiene, en parte por la incorporación tardía a la Unión Europea. Y no hablo solo de carreteras, sino de hospitales, centros educativos Y luego, València. Hay empresarios multimillonarios que pasan semanas o meses aquí, en la Marina, sin que nadie lo sepa. Es calidad de vida”.
Así lo piensa Gabriel, quien recuerda que para sobrevivir a la crisis de 2008, las decenas de ingenieros, arquitectos y diseñadores navales de King Marine abandonaron el mar durante unos años: “teníamos un expertise como pocos en el manejo de la fibra de carbono. Conocimos a una persona del sector agrícola que nos mostró cómo unos pulverizadores, con alas de 25 metros, estropeaban el 4% de la cosecha en grandes extensiones. Además, aquellos carros daban todo tipo de problemas. Ampliamos las alas con fibra de carbono, más resistentes, duraderas, ligeras y redujimos el porcentaje de cosecha perdida. Así nació King Agro, que salvó a la empresa cuando los encargos de barcos cayeron en picado”.