El consumo masivo de dispositivos electrónicos en los países ricos tiene su cara oscura en esa chatarra tecnológica que ahoga al Tercer Mundo.
Ese 25% que sí que es reciclado de forma legal en plantas autorizadas en España es una cifra que hay que revertir: lo que no reciclemos llevando a un punto limpio es pasto del tráfico ilegal de chatarra. Según cuenta Dannoritzer, ese tráfico ilegal de basura electrónica mueve ya más dinero que el negocio de la droga.
Con estos datos encima de la mesa, el reciclaje electrónico se presenta clave para poder recuperar materiales (vidrio y plástico) y reinsertarlos en el sistema productivo, a la vez que se reduce el impacto ambiental de desechar residuos tóxicos. La chatarra electrónica contiene metales pesados muy contaminantes, como el plomo, el mercurio o el cromo, que sin los tratamientos necesarios son letales para quien los manipula en aquellos vertederos africanos. Aquí se puede consultar el mapa de Puntos Limpios y de establecimientos donde entregar los residuos de aparatos eléctricos y electrónicos (RAEE).
De ese reciclaje bien hecho ya hay empresas que, conscientes del peligro y de que la sostenibilidad es la base para cualquier modelo de negocio que pretenda ser duradero, se han puesto manos a la obra con la fabricación de electrodomésticos con materiales reciclados y biocompuestos, como es el caso de Beko. Dos ejemplos: la lavadora y la lavasecadora RecycledTub fabricadas con residuos plásticos que han sido transformados en una materia prima alternativa (aproximadamente hasta 60 botellas de PET de 0,5L). En relación al reciclaje generado desde que se inició el proyecto en 2017, la compañía ha logrado reciclar 58 millones de botellas de plástico con una reducción de las emisiones de CO2 de casi 2.200 toneladas.