A diferencia de otros mercados de abastos en las grandes ciudades, el Central de València mantiene su actividad habitual, siendo el comercio favorito de las y los valencianos que lo rodean. Una convivencia que incluye las constantes aclamaciones por parte de la prensa internacional sobre su necesaria visita (The Guardian, Lonley Planet, BBC…) para comprender el carácter, el pensamiento y la inquietud estética de la capital valenciana. Aunque es habitual que los turistas deambulen absortos por sus pasillos, jóvenes, padres y ancianas venerables sostienen con su compra cotidiana este icono local.
El Central es solo uno de los 17 mercados València, aunque ningún otro es capaz de filtrar la luz como esta construcción. La cerámica, el hierro y la piedra, convierten a este espacio dedicado al comercio en uno de los más fotografiados del mundo. No es una sorpresa para quien habita esta ciudad de comerciantes, que son quienes han dominado su historia ya sea a través de la seda o el mueble, conscientes de cómo su artesanía y vocación por el refinamiento ha enriquecido a las sociedades de los últimos siglos. Tanto que no solo lo han hecho a través de la transformación industrial, sino también con los cítricos –tan presentes en el Mercat Central– que inauguraron el auge de la exportación agrícola en el siglo XIX a través de marcas, etiquetas, embalajes y pioneros de las compañías naranjeras.