«Visitar la exposición siempre me sorprende y me alegra al descubrir cómo la gente se da cuenta de la funcionalidad de los productos, de la belleza de su utilidad y diseño. Ver padres y madres explicando a sus hijos el funcionamiento de cada uno de ellos y disfrutando de esta nueva mirada a los objetos más cotidianos, descubriendo juntos el valor del diseño», explicó Juli Capella.
«La magia de la muestra y de su diseño expositivo, que se expande en el catálogo, es gracias al lenguaje que emplea, a partir de sencillos y simples dibujos que permiten una comprensión total por parte de cualquier persona, venga de la parte del mundo que venga», explicaba Marta Negre.
«Las exposiciones desaparecen pero los catálogos se mantienen como testimonio de lo acontecido, 5, 10 ó 20 años después», comentaba Fernando Ortuño.
«La exposición se completa, además, con objetos a gran escala que permiten ver las piezas grandes y jugar con ellas. Cambiar la escala de las cosas nos permite fijarnos mejor en las formas. El contraste entre estas grandes figuras y los pequeños «grandes» objetos que encontramos en la muestra era el juego que queríamos plantear al espectador, además de una metáfora de las Fallas», explicaba Fernando Ortuño.
«Con el catálogo y con la muestra buscamos despertar la curiosidad de la gente sobre por qué los objetos son así. Promover una nueva mirada sobre ellos y que se aprecie su valor. Necesitamos una mayor exigencia por parte de los usuarios a la hora de consumir diseño que para consumir menos pero mejor», cerró Juli Capella.