5. La ciudad DIVERTIDA
La ciudad deseable, la ciudad que favorezca la diversión y el ocio.
Construir una ciudad deseable pasa por discutir la rentabilidad de las actividades productivas y no productivas. ¿Están nuestras ciudades preparadas para el calendario escolar de la misma forma que lo están para acoger grandes congresos de empresarios?
En el libro “La ciudad de los cuidados”, la autora lanza esta pregunta con la premisa de que los niños y niñas tienen 190 días sin colegio al año, de los que 104 suelen coincidir con fines de semana, por lo que restan 86 días de niños y niñas sin colegio en ciudades en las que sus padres siguen trabajando.
¿Son únicamente responsables de la conciliación familiar las empresas o también lo es la forma en que las ciudades y sus servicios están concebidos?
La conciliación familiar también es responsabilidad de la ciudad cuando es casi imposible ir a hacer recados cuando estás a cargo de tus hijos. Ni se nos ocurre llegarnos a plantear que ese tipo de situaciones podrían ser distintas, pero aquí viene el giro: se puede.
Integrar los estímulos de juego en los lugares donde las y los adultos tienen obligaciones que realizar, donde van a hacer una gestión o facilitar que puedan resolver otras necesidades. Decía Lady Allen of Hurtwood que las y los niños juegan donde quiera que transiten, y es cierto, tener en cuenta esta premisa a la hora de diseñar las ciudades nos permitiría conseguir, a través del diseño, un desarrollo integral de la infancia y el bienestar de las y los cuidadores.
Algunos ejemplos que pueden parecer tontos pero que estoy segura que desde la experiencia se hubieran planteado con un mayor grado de humanidad:
Si existiera un cajón de arena o un huerto urbano entre las sobrias paredes del edificio de Correos o de las oficinas de Hacienda, los pequeños podrían mantener una actividad lúdica, la cual podrían compartir con sus ocupados padres, sin ver mermado su desarrollo a base de estímulos y, así, la conciliación sería más posible, más sencilla y más divertida.