¿Quién diseña para el planeta?
22 Abr 2022 /

¿Quién diseña para el planeta?

Diseñar para conseguir una vida más fácil, diseñar para las personas, diseñar para la humanidad, pero entonces… ¿quién diseña para el planeta?

En solo 50 años, hemos perdido más de la mitad de la vida silvestre del mundo. Como describe el Sexto Informe de Evaluación del IPCC (Intergovernmental Panel on Climate Change), realidades como esta son una llamada de auxilio. Continuar en el camino actual significará dañar irreversiblemente las condiciones que sustentan la vida en este planeta y por ello, diseñadores y diseñadoras deberíamos tomarnos en serio nuestro papel en este desastre.

Parece que se ha quedado un buen 2022 para darnos cuenta de que todo este tiempo hemos tenido el foco mal colocado y no nos habíamos dado cuenta. No nos culpo, pensar en una misma siempre es entretenido.

Los diseñadores y diseñadoras hemos aprendido a trabajar partiendo de una premisa: facilitar la vida a las personas contribuyendo a su bienestar. Así pues, hemos considerado que todo diseño que tratase de cumplir con este objetivo, podría etiquetarse bajo el distintivo de “buen diseño”. Supongo que echando la vista atrás fue muy atrevido adjetivar como “bueno” todo aquello dispuesto a satisfacernos a cualquier precio.

Aún así, el problema quizás no sea tanto cubrir nuestras auténticas necesidades humanas sino todo el resto de peticiones que poco a poco hemos ido aceptando dentro de estas, hasta llegar a confundir necesidades con deseos, sin tener demasiado que ver una cosa con la otra: lo necesario es inhalar aire limpio para garantizarnos una existencia libre de enfermedades respiratorias, y el deseo es comprar cuatro camisetas nuevas cada mes.

No es que hayamos estado diseñando pensando en las personas, sino que lo hemos hecho pensando en los consumidores. Si hubiéramos puesto el foco en las personas, nos hubiéramos preocupado un poco más por el impacto ambiental y por los daños colaterales de una industria insostenible.

Es cierto que evaluar la situación de forma retrospectiva siempre es más fácil, pero precisamente porque ahora conocemos los efectos de diseñar (con una mirada cortoplacista) para resolver (nuestros) problemas podemos afirmar que no era tan buena idea. 

¿Dónde está el foco?

Ponernos en primer lugar no funciona porque hemos sobrecargado los recursos de nuestro planeta. Deberíamos de empezar por atender a esta realidad y no darle la espalda, reconocer la situación y cambiar el punto de partida. Una vez aquí, nuestro trabajo debe pasar por hacernos las preguntas adecuadas: ¿cómo facilitar con mi diseño la vida de las personas sin comprometer al medio ambiente?

“Los recursos son finitos”, es la primera regla económica. Partiendo de esa premisa: “buen diseño” debería de considerarse todo aquel que ya no solo fuese circular, sino aquel cuya producción generase nuevas oportunidades, es decir: diseño regenerativo.

Trabajar con un enfoque Diseño – Planeta – Personas, porque, aunque planeta es uno y personas seamos muchas, ya nos ha demostrado que la principal regla del juego es que él siempre tiene la última palabra.

Durante todo este tiempo que hemos tratado a las personas como consumidoras, hemos atendido a disciplinas como la economía, la antropología o la psicología para entender sus comportamientos y hábitos de consumo; pero si lo que queremos son nuevos métodos para pasar de una mirada “consumer – centered – design” a una mirada “human – planet – centered – design” (término acuñado por SPACE10), ¿no deberíamos de atender a la biología? 

 

Esto va de rediseñar objetos, rediseñar espacios, rediseñar sistemas y –¿por qué no?– también de rediseñar procesos. Es más, sobre todo va de esto último y nunca conoceremos mejor diseñadora que la propia naturaleza. Copiar sus procesos: cuando mueres eres comida para otro ser vivo, es un sistema circular y regenerativo, como la polinización, la filtración de agua y aire y el secuestro de carbono que contribuyen a la biodiversidad, la salud y la resiliencia de los ecosistemas. Y así es cómo debería de ser también la vida de nuestros productos. 

La delgada línea entre lo cómodo y lo necesario. ¿Qué es “buen diseño», entonces?

¿Son buen diseño las cápsulas de café?¿Lo han sido alguna vez? Atendiendo a lo que se nos ha enseñado, estas monodosis son una idea brillante: no nos ensuciamos, son rápidas de utilizar y cualquiera que jamás las haya visto entendería su sistema visual de colores. Pero, ¿qué opina el planeta de esto? No debería de justificarse ningún diseño (fuera del ámbito sanitario) destinado a tener un solo uso, todo aquello que no pueda ser reutilizable debería de ser considerado un fracaso. Y sí, digo “fracaso” porque ojalá castigar, desde el papel de consumidores, este tipo de “mal diseño”. Desde 2010 llevamos con esto, y la gente tan contenta con su Nespresso.

¿En qué momento hemos permitido que se comercialice un diseño con una huella de carbono tan elevada sólo por la comodidad de no esperar cinco minutos a la cafetera italiana? Tendría que estar prohibido pero ya que apelar a los legisladores es un poco más complicado, decido apelar a la ética profesional de los y las diseñadoras.

Aún no hemos entendido que una cosa no funciona sin la otra y que en todo caso, es el planeta el que podría, perfectamente, funcionar ni la humanidad. El mercado es el sistema más democrático del mundo porque cada vez que compramos algo estamos votando. Hemos de ser consecuentes con nuestras decisiones.

Hemos de repensar nuestras relaciones

No sería realista plantear una alternativa que no tuviese en cuenta los intereses económicos. Actualmente tenemos un sistema complejo de interdependencias y estamos ante el mayor de los retos del diseño que es el de redefinir nuestro modelo productivo, porque ninguna de nuestras luchas tendrán sentido si no atendemos esta primero

Más allá de diseñar productos que duren, también significa diseñar soluciones que sean más circulares y más inclusivas, disponibles y accesibles para cuantas más personas mejor. De poco sirve diseñar un producto sostenible fantástico si nadie puede pagarlo o acceder a él.

Dice Johanna Fabrin, Directora Estratégica en SPACE10,

"Si podemos diseñar de manera inclusiva, y no solo productos, sino cadenas de suministro, fabricación, distribución, etc., podemos empoderar a muchas más personas, tanto individualmente como como parte de un sistema, para enfrentar el mayor desafío de nuestra generación".

¿Por qué diseñar poniendo el foco en “Planeta – Personas” es un enfoque inclusivo y feminista?

Como dijo la historiadora norteamericana Joan Scott, “el género está en todas partes”. Existen alternativas a estudiar que nos pueden ayudar al cambio de nuestro modelo productivo como la economía feminista, cuya preocupación es la sostenibilidad de la vida mientras la atención de la economía de nuestro sistema capitalista es que los mercados funcionen. Contemplar un cambio de enfoque llevaría consigo una ruptura con el modelo actual en el que se vuelve necesario un proceso de confluencia entre aquellas economías transformadoras que proponen un cambio de paradigma.

Hablar de esto es importante porque las Organización de las Naciones Unidas prevé que el cambio climático, consecuencia ya presente de nuestros desproporcionados niveles de producción, afectará a las personas pobres, principalmente en los países en desarrollo de forma desproporcionada y, en consecuencia, serán las que más necesiten estrategias de adaptación frente a la variabilidad del entorno. Por supuesto que este desajuste afectará tanto a mujeres como hombres. Sin embargo, el impacto en el género no será el mismo (nunca lo es). El 70% de los 1.300 millones de personas que viven en condiciones de pobreza son mujeres. En las zonas urbanas, el 40% de los hogares más pobres están encabezados por mujeres. Las mujeres predominan en la producción mundial de alimentos (50-80 por ciento), pero poseen menos del 10 por ciento de la tierra.

Según apunta la Unión Internacional por la Conservación de la Naturaleza (UICN), las mujeres, en muchos países en desarrollo, sufren desigualdades de género con respecto a los derechos humanos, estatus político y económico, propiedad de la tierra, condiciones de vivienda, exposición a la violencia, educación y salud. El cambio climático será un factor de estrés adicional que agravará la vulnerabilidad de las mujeres. Como informa un estudio de la  UICN, es ampliamente conocido que durante los conflictos, las mujeres se enfrentan a una mayor violencia doméstica, intimidación sexual, trata de personas y violaciones.

En esta charla del Festival Paradís, Núria Vila enseñó a los espectadores cómo el diseño ecológico y sostenible es siempre posible. “La clave es estudiar materiales y posibilidades para los diseños que cada cliente encargue”. “El futuro será sostenible o no será”.

Pepe Gimeno, Premio Nacional de Diseño 2020, habló de cómo el diseño se compone de inputs de diferentes disciplinas como el marketing, comunicación y publicidad, pero cómo -por otra parte- también lo hace de las artes plásticas o de otras disciplinas artísticas.

Durante años, parte de su obra escultórica ha hecho uso de deshechos recogidos de las playas o de la propia calle; una forma de dar una nueva vida a los mismos, así como de generar concienciación sobre el uso y reciclaje de las materias primas.

¿Hacia dónde vamos?

Parece pues, que tampoco hay mucho qué elegir y yo diría que el futuro será compartido o no será. Como hemos dicho antes, los recursos son limitados, o lo que es lo mismo: no hay para todas las personas que habitamos el planeta. El camino es colaborativo y ha llegado el punto en el que diseñadores y diseñadoras evolucionen hacia el desarrollo de nuevos modelos compartidos que vayan más allá de compartir como mercancía, es decir, compartir como cultura inclusiva en la que reine la diversidad.

-Sara Antolín

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