El arquitecto Ramón Esteve explica cuál supuso el reto de la intervención, “lo más complicado fue la tarea de diseñar un espacio que representase a una fundación con una fuerte identidad, como es la Fundació per Amor a l’Art, y tratar de convertir esos valores en piedra, generando a su vez un escenario que sirviera para desarrollar diariamente sus funciones, actividades y objetivos”.
Por su parte, la arquitecta Annabelle Selldorf, responsable del proyecto museístico, apunta que los promotores del espacio, muy conscientes de la consideración que requería el espacio, “no estaban buscando a un diseñador que simplemente le diera al edificio una sensación radiante y novedosa, sino a alguien que abrazara el carácter histórico y le diera un nuevo propósito y una nueva fuerza. Vieron que el valor del arte y de la arquitectura podían contribuir a crear una sensación real de lugar que supusiera una verdadera aportación al barrio de Marxalenes, así como a València y a España”, explicaba en la publicación que editó la institución para conmemorar su primer aniversario.
“Cuando se me presenta la oportunidad de adaptar los edificios industriales o históricos a un nuevo uso mi enfoque es comprender a fondo las cualidades esenciales y la singularidad del edificio. A partir de este entendimiento y en el contexto de un nuevo propósito, se puede determinar qué aspectos restaurar, reparar o renovar y dónde se necesita una intervención”, señalaba la arquitecta.
“Creo que la arquitectura cobra vida, y se completa, por parte de quienes la usan y, con Bombas Gens, ha sido muy gratificante ver el centro lleno de gente disfrutando del arte y de los maravillosos programas presentados. Ha servido como un catalizador para la revitalización y el compromiso de la manera que esperábamos durante la planificación, pero que ha superado nuestras expectativas”, apuntaba Selldorf.