Este edificio enclavado en Benimaclet, uno de los barrios más antiguos de Valencia y que, a día de hoy, aún parece un pueblo, nació por el empeño de Cortés Ferrando en construir algo parecido a Habitat 67, el complejo de viviendas situado en Montreal diseñado por el arquitecto israelí-canadiense Moshe Safdie, que apostaba por viviendas ajardinadas en alturas. Otros referentes que se tuvieron en cuenta para su construcción fueron el Walden 7, de Bofill, en Barcelona, y los movimientos utópicos de los 60, como Superstudio, Archigram o Archizoom.
Actualmente, 108 casas distribuidas en 15 plantas forman la comunidad de vecinos de esta construcción de silueta contundente, brutalista, con un estilo de arquitectura innovadora y pionero en la sostenibilidad ambiental en la ciudad. Los jardines exuberantes, con una vegetación abundante tanto en zonas comunes como particulares, es la más característica de sus señas de identidad.
Ese componente ecológico que define a este sitio fue el sueño hecho realidad de unos amigos, las personas que impulsaron su construcción, que querían vivir en la ciudad pero rodeados de naturaleza.