La influencia de las obras de este colectivo holandés en la propia obra de Viedma Vidal es evidente en este edificio que iba a suponer un nivel más en cuanto a vivienda destinada a la clase obrera, con comodidades tempranas como los ascensores, las persianas americanas o los baños completos … No olvidemos que estamos en los años treinta.
El arquitecto construyó este macroedificio con 14 patios, 378 viviendas (de diferentes tipos) y 8 torres para almacenar agua, hoy solo decorativas, todo ello en una manzana cerrada con patios interiores que garantizaban un espacio común donde convivir socialmente.
La idea de higiene, modernidad y confort en las viviendas, con su necesaria ventilación cruzada, estaba muy presente en el edificio, que utilizó materiales locales como ladrillo rojo, paneles de terracota y cerámica vidriada para sus fachadas, y transitó hacia la modernidad desde un racionalismo que, en el duro periodo de la posguerra permitió tener gallinas en ese patio interior que hoy es un remanso de paz en medio de Valencia.