WORLD DESIGN SPOTLIGHT: La finca roja
07 Nov 2022 /

WORLD DESIGN SPOTLIGHT: La finca roja

La huella de Enrique Viedma Vidal (Valencia 1889-1959) se ha quedado presente en la ciudad desde que, hace más de un siglo, fuera su arquitecto municipal y participara en la creación de lugares tan peculiares y tan interesantes como los conocidos chalets de los periodistas junto a Viveros (promovidos por la Asociación de la Prensa), las obras del Mercado Central, de las que se hizo cargo en 1919, o La finca roja, por citar algunos.

Nos centraremos en este último edificio, también conocido como la casa-colmena del barrio de Jesús, que ocupa toda una manzana completa, de planta trapezoidal y con sus cuatro esquinas achaflanadas, situada en la zona sur del ensanche de la ciudad.

Su construcción fue promovida directamente por la Caja de Previsión Social del Reino de Valencia para dotar de viviendas dignas a la clase obrera con la construcción de casas baratas e higiénicas, que pasarían a ser propiedad de sus beneficiarios. 

El arquitecto valenciano Enrique Viedma diseñó, entre 1929 y 1930, trescientas setenta y ocho unidades residenciales gracias a la existencia de una gran profundidad edificable que le permitió definir dos tipos distintos de viviendas, unas que recaían a las calles exteriores y otras, al gran patio de manzana. 

Viedma Vidal estuvo muy influido por la Escuela de Ámsterdam, también conocida como grupo Wendingen por ser el nombre de la revista que actuó como órgano de difusión de sus intereses. Estos estaban unidos estilísticamente con los arquitectos expresionistas alemanes, con quienes compartían el gusto por el ladrillo visto y un diseño innovador y vanguardista.

El arquitecto construyó este macroedificio con 14 patios, 378 viviendas (de diferentes tipos) y 8 torres para almacenar agua, hoy solo decorativas, todo ello en una manzana cerrada con patios interiores que garantizaban un espacio común donde convivir socialmente.

La influencia de las obras de este colectivo holandés en la propia obra de Viedma Vidal es evidente en este edificio que iba a suponer un nivel más en cuanto a vivienda destinada a la clase obrera, con comodidades tempranas como los ascensores, las persianas americanas o los baños completos … No olvidemos que estamos en los años treinta.

El arquitecto construyó este macroedificio con 14 patios, 378 viviendas (de diferentes tipos) y 8 torres para almacenar agua, hoy solo decorativas, todo ello en una manzana cerrada con patios interiores que garantizaban un espacio común donde convivir socialmente.

La idea de higiene, modernidad y confort en las viviendas, con su necesaria ventilación cruzada, estaba muy presente en el edificio, que utilizó materiales locales como ladrillo rojo, paneles de terracota y cerámica vidriada para sus fachadas, y transitó hacia la modernidad desde un racionalismo que, en el duro periodo de la posguerra permitió tener gallinas en ese patio interior que hoy es un remanso de paz en medio  de Valencia. 

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