Para diseñar La Literatura, Vicent Martinez tomo referencias y miró, entre otros objetos, hacia las diferentes piezas contemporáneas del diseño español que, en ese momento, ya tenían cierto reconocimiento: piezas cuyo ingenio, sencillez compositiva y dinamismo gozaban de un diseño basado en la simplicidad estética y constructiva. Diseños inspiradores de esa época son, por ejemplo la lámpara TMM, de Miguel Milà o la mesa Subeybaja, de Robert Heritage.
La sencilla pero novedosa librería contaba con una estructura de doble fondo mediante la disposición de un panel frontal móvil que sería la pieza de referencia junto a las ruedas, que son el reconocible icono gráfico de La Literatura. Estructura en negro y ruedas rojas de estilo industrial. Con el tiempo, las posibilidades se ampliaron, se fueron cambiando las maderas de pino iniciales por otras con más prestaciones en ebanistería que enriquecerían el producto, además de realzar su estética. Las ruedas también añadieron el negro y el gris a la paleta cromática posible.
A los tres años de su presentación en sociedad, La Literatura se amplió para poder resolver funcionalmente más necesidades, tanto para bibliotecas privadas o públicas como para equipamientos de oficinas. La literatura como concepto se fue adaptando, manteniendo su modularidad, con nuevos elementos, “motivadas por las nuevas necesidades de uso, nació como módulo pero se convirtió en un sistema; pasó de ser solo librería a almacenar discos, DVD, integrar televisores e, incluso, adaptarlas como escritorio. Ha sobrevivido a los cambios tecnológicos de nuestras casas manteniendo la misma arquitectura y la misma esencia”, explica el diseñador Vicent Martínez.
Esa filosofía fue la que hizo que adquiriera una proyección internacional que llevaría a Punt Mobles a ser galardonada con el Premio Nacional de Diseño en 1997.