La gráfica naranjera, que identificaba las piezas de sitios con tanto pedigrí frutero como Carcaixent, Alzira, Burriana o Vila-Real, tiene una belleza vintage que va ligada a la economía de una tierra donde el motor fue, durante décadas, la exportación de esas naranjas. Burriana en los años 20, por ejemplo, que tenía una población de 15.000 personas, contaba con más de 250 exportadores con almacenes abiertos. Donde hubo industria naranjera, hubo diseño.
Imprentas y talleres de litografías, con sus consiguientes dibujantes e ilustradores, desarrollaron las marcas para cada uno de los muchos productores de naranjas, lo que nos permite hablar de una vinculación estrecha entre esa industria y un valioso legado de diseño poco analizado que, a día de hoy, se mantiene gracias al interés particular de unos cuantos enamorados de esta estética.
Para empezar a solucionar ese olvido, el estudio de diseño El vivero ha propuesto un proyecto de investigación y recuperación de esa gráfica frutícola que se materializa en la exposición ’Frutas de diseño’, impulsada desde WDC2022 en colaboración con los museos Centre del Carme y CentroCentro. En ella se muestran más de 250 papeles de seda, 120 cajas y 360 etiquetas.