A nivel estético se ha reinterpretado una calle de un pueblo japonés, representada a través de diferentes módulos que se traducen, entre otros, en un mercado, una farmacia, puertas y ventanas. Los tejados a su vez apelan a la parte más contemporánea y racional, con una inclinación claramente nipona.
La idea detrás de la primera parte del restaurante es hacerle vivir al cliente la experiencia de pasear por una calle japonesa, dejándose sorprender por su belleza y emocionándose con todos sus detalles constructivos antes de llegar a la sala principal, donde podrá disfrutar no solo de la comida sushi, sino vivir una experiencia única bajo un cerezo como si estuviera en un patio japonés.
Desde su asiento, cada uno de los comensales levanta la vista hacia el espectáculo creado en la barra de sushi, que reinterpreta un puesto ambulante tradicional, conocido mundialmente por ser el primer puesto de comida rápida. Mientras tanto, las flores del cerezo, inspiradas en el origami, florecen a su gusto.
La zona privada, por último, genera un espacio que permite separar ambientes para conseguir una mayor intimidad pero sin aislar del todo al comensal del espectáculo y manteniendo el juego de sombras generado por la iluminación, también inspirada en el Japón más minimalista, que hace destacar la carpintería irregular y única.
“El proyecto debe tener un hilo conductor de principio a fin, se cuenta una historia a través del espacio y se ofrece esa experiencia. Para nosotros es lo que distingue un buen diseño de otro que no lo es”.
Fotografía: David Rodríguez y Carlos Huecas (Cualiti).