World Design Spotlight: Nozomi by Masquespacio
28 Feb 2022 /

World Design Spotlight: Nozomi by Masquespacio

Nozomi significa sueño cumplido o deseoen japonés aunque, al mismo tiempo, es el nombre que se le dio al pionero tren bala de alta velocidad. Sobre esta dualidad gira el proyecto de interiorismo que llevó a cabo, en un lugar muy especial, el estudio Masquespacio, especializado en traducir ideas, imágenes y conceptos. 

Masquespacio, que son Ana Milena Hernández como directora creativa y Christophe Penasse como director de marketing, proponen una manera de definir el interiorismo que entiende la proyección de espacios como la fusión de diseño y de mercadotecnia. Sus diseños, tremendamente meditados, los han colocado en la cúspide del panorama creativo nacional. Tanto, que Nozomi fue uno de los 10 mejores restaurantes del mundo en los Restaurant & Bar Design Awards de 2015. Un proyecto que fue el punto de inflexión para el lanzamiento de Masquespacio al mundo.

Tenía que ser atemporal y recordar a Japón, además de incorporar los dos caracteres de los propietarios. Una parte emocional y otra parte racional. Objetivo que intentamos conseguir con la mezcla de materiales y los detalles del diseño

Nozomi que así, como no podía ser de otra manera, se llama el restaurante japonés que nos ocupa, ubicado en el barrio valenciano de Ruzafa, recrea un pequeño universo nipón en sus 233 metros cuadrados. Un universo que pasa por la comida de una típica calle de Kyoto, por un campo de cerezos o por un tren de alta velocidad. 

Los requisitos que debía reunir este diseño y las pautas de las que partía el estudio creativo eran tan ambiciosas como la propia idea. 

“Tenía que ser atemporal y recordar a Japón, además de incorporar los dos caracteres de los propietarios. Una parte emocional y otra parte racional. Objetivo que intentamos conseguir con la mezcla de materiales y los detalles del diseño. Desde la madera más emocional, con su representación en forma de tiendas y casitas japonesas, y la parte racional, a partir del efecto cemento, que representa claramente una calle en crudo”, explica Penasse.

El mayor reto, apuntan, fue entender la cultura japonesa y saber trasladarla al diseño del interior del local. Al recibir cada encargo, el equipo pone en marcha talleres de investigación para conocer en detalle al cliente y saber cómo entiende el negocio. 

“Al no haber viajado al país antes del proyecto tuvimos que hacer un research muy amplío incluyendo la lectura de libros y el visionado de documentales sobre Japón, en general, y sobre el sushi, en especial”, apunta Ana Milena Hernández.

“Estudiamos fotografías de las calles más auténticas japonesas con el fin de crear una reinterpretación metafórica de las mismas. Con el tiempo, para muchas personas, se ha ido convirtiendo en una calle muy típica de Kyoto, eso sucede sobre todo porque es donde se conservan las casas más tradicionales de Japón a día de hoy”, explica.

La sostenibilidad y la durabilidad del proyecto, datado en 2014, fueron también dos pautas que se tuvieron en cuenta a la hora de abordarlo. “Gracias al uso de materiales de buen envejecimiento, como la madera y el cemento, el local no ha perdido nada de su encanto. Al ser un restaurante de alta categoría, con la estética hemos querido pensar en su durabilidad en el tiempo. Actualmente lleva siete años en perfecto funcionamiento”.

Partiendo de la imagen de marca podemos ver cómo esa dualidad antes mencionada se representa como ‘contemporáneo racional’, mediante la tipografía occidental y, como ‘clásico emocional’, a través del hiragana o escritura japonesa del logotipo.

La idea detrás de la primera parte del restaurante es hacerle vivir al cliente la experiencia de pasear por una calle japonesa, dejándose sorprender por su belleza y emocionándose con todos sus detalles constructivos.

El diseño de interiores juega, también, de una forma significativa con la dualidad expresada: la parte contemporánea racional, a través del estado puro del cemento y los tonos grises presentes en las partes más estructurales, como paredes, techos y suelos; mientras que el clásico emocional hace su introducción gracias a la carpintería, sus acabados hechos a mano y la calidez de las maderas naturales utilizadas. 

Nada más llegar al restaurante se puede apreciar cómo lucen esos aspectos: la fachada y la entrada, que claramente representa la carpintería clásica japonesa. 

Atravesando la puerta del restaurante vemos cómo un cubo central crea dos pasillos hacia la sala, que incorpora tanto elementos decorativos como baños y almacén, creando un flujo continuo y abierto muy típico de la arquitectura del país oriental. 

A nivel estético se ha reinterpretado una calle de un pueblo japonés, representada a través de diferentes módulos que se traducen, entre otros, en un mercado, una farmacia, puertas y ventanas. Los tejados a su vez apelan a la parte más contemporánea y racional, con una inclinación claramente nipona. 

La idea detrás de la primera parte del restaurante es hacerle vivir al cliente la experiencia de pasear por una calle japonesa, dejándose sorprender por su belleza y emocionándose con todos sus detalles constructivos antes de llegar a la sala principal, donde podrá disfrutar no solo de la comida sushi, sino vivir una experiencia única bajo un cerezo como si estuviera en un patio japonés. 

Desde su asiento, cada uno de los comensales levanta la vista hacia el espectáculo creado en la barra de sushi, que reinterpreta un puesto ambulante tradicional, conocido mundialmente por ser el primer puesto de comida rápida. Mientras tanto, las flores del cerezo, inspiradas en el origami, florecen a su gusto. 

La zona privada, por último, genera un espacio que permite separar ambientes para conseguir una mayor intimidad pero sin aislar del todo al comensal del espectáculo y manteniendo el juego de sombras generado por la iluminación, también inspirada en el Japón más minimalista, que hace destacar la carpintería irregular y única. 

“El proyecto debe tener un hilo conductor de principio a fin, se cuenta una historia a través del espacio y se ofrece esa experiencia. Para nosotros es lo que distingue un buen diseño de otro que no lo es”. 

Fotografía: David Rodríguez y Carlos Huecas (Cualiti). 

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