El centro histórico de Valencia, uno de los más grandes de Europa, también puede presumir de viejo: 2000 años de historia contemplan la ciudad que ha sido hogar de romanos, visigodos y musulmanes desde su fundación en el año 138 antes de Cristo.
La huella de esa historia aparece invariablemente cuando se hace una excavación, el subsuelo urbano de Valencia es una cantera paradisiaca para los arqueólogos, no tanto para los constructores.
Esos siglos de historia recaen sobre el edificio del Palacio Vallier, en pleno centro de la ciudad, levantado en 1890 de la mano de Salvador Monmeneu, por orden de un rico hacendado llamado Francisco Royo.
El palacio, ubicado en la plaza de Manises de Ciutat Vella, tiene de vecinos a los edificios gubernamentales que albergan a la Generalitat y a la Diputación, y ha tenido, desde su fundación como vivienda particular, usos tan variados como el de ser la sede del Tribunal Supremo en tiempos de la Segunda República, acoger la Casa Americana o albergar dependencias complementarias de la Diputación de Valencia.