World Design Spotlight: Palacio Vallier
04 Abr 2022 /

World Design Spotlight: Palacio Vallier

El centro histórico de Valencia, uno de los más grandes de Europa, también puede presumir de viejo: 2000 años de historia contemplan la ciudad que ha sido hogar de romanos, visigodos y musulmanes desde su fundación en el año 138 antes de Cristo. 

La huella de esa historia aparece invariablemente cuando se hace una excavación, el subsuelo urbano de Valencia es una cantera paradisiaca para los arqueólogos, no tanto para los constructores. 

Esos siglos de historia recaen sobre el edificio del Palacio Vallier, en pleno centro de la ciudad, levantado en 1890 de la mano de Salvador Monmeneu, por orden de un rico hacendado llamado Francisco Royo. 

El palacio, ubicado en la plaza de Manises de Ciutat Vella, tiene de vecinos a los edificios gubernamentales que albergan a la Generalitat y a la Diputación, y ha tenido, desde su fundación como vivienda particular, usos tan variados como el de ser la sede del Tribunal Supremo en tiempos de la Segunda República, acoger la Casa Americana o albergar dependencias complementarias de la Diputación de Valencia. 

Janfri & Ranchal Studio llevaron a cabo todo el interiorismo, ejecutando trabajos de restauración de techos de escayola decorados y creando nuevas piezas como cornisas, plafones decorados y relieves geométricos con molduras. 

Desde finales de 2019 es un hotel de lujo y, precisamente, en su última rehabilitación para convertirlo en el lugar que es hoy, las obras descubrieron la existencia de restos arqueológicos de una perfumería romana del siglo III. El tesoro contaba con pavimentos, restos de pinturas murales y fragmentos de las botellas de vidrio que utilizaban para enfrascar. Como homenaje, el restaurante del hotel se llama “La perfumería” y a su decoración se han incorporado algunos de aquellos elementos originales.

La firma Luengo Arquitectos se ocupó de la rehabilitación y remodelación del edificio para adaptarlo a su nuevo uso y a las necesidades específicas de un lugar así, mientras que el proyecto de interiorismo contó inicialmente con el diseño de una habitación piloto por parte de HUP Interiorismo y Diseño, donde se respetaban al máximo los elementos originales del edificios (como los suelos hidráulicos originales y las tallas), combinándolos con mármoles de Carrara y piezas contemporáneas.  

Janfri & Ranchal Studio llevaron a cabo todo el interiorismo del hotel de cinco estrellas, donde se ejecutaron trabajos de restauración de techos de escayola decorados y se crearon nuevas piezas como cornisas, plafones decorados y relieves geométricos con molduras. 

La presencia de la firma Lladró en cada rincón del palacio es notable pero sobre todo impresiona un imponente chandelier de 18 metros diseñado por el creativo alemán Bodo Sperlein, que queda suspendido en el hueco de la escalera como si fuera una cascada de hadas. 

A lo largo de las paredes de la escalera las lámparas de la colección Nightbloom, obra de Marcel Wanders en colaboración con Lladró, completan la iluminación, produciendo una luz peculiar gracias a sus formas orgánicas.

La presencia de la firma Lladró en cada rincón del palacio es notable pero sobre todo impresiona un imponente chandelier de 18 metros diseñado por el creativo alemán Bodo Sperlein, que queda suspendido en el hueco de la escalera como si fuera una cascada de hadas. 

Lladró da nombre también a la suite ubicada en el antiguo salón de baile del palacio, que tiene paredes enteladas, artesonado barroco original en los techos y una antigua chimenea de madera oscura, también original. 

El Lladró Lounge Bar emula, por su parte, a los bares americanos de los años 30 y cuenta con las figuras escultóricas más vanguardistas de la firma valenciana, como The Guest (el diseñador Jaime Hayon creó esta figura para la firma valenciana en 2012), las lámparas de mesa Dome o las panteras de Origami.  

El edificio, que ha sido respetado de forma absoluta en la medida que lo ha permitido su estado de conservación, se corona con una terraza de vistas magníficas a los tejados, cúpulas y campanarios del casco histórico de Valencia. Vistas que nos recuerdan que, nada más y nada menos, dos mil años nos contemplan. 

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